Fragilidad en Adultos Mayores: Evaluación, Riesgos y Estrategias de Manejo Efectivas
La fragilidad en mayores se manifiesta en deterioro físico y vulnerabilidad. La evaluación integral y el manejo con ejercicio y apoyo psicológico son clave para la mejora.
La fragilidad en medicina geriátrica es un concepto que describe un estado de deterioro multisistémico y vulnerabilidad que afecta significativamente a los adultos mayores. Aunque no existe una definición clínica consensuada ni una herramienta de diagnóstico estándar universalmente aceptada, se han propuesto varias definiciones operativas que ayudan a identificar y manejar esta condición. Estas definiciones incluyen tanto un fenotipo físico como uno multidominio.
El fenotipo físico de fragilidad se caracteriza por una combinación de debilidad de agarre, lentitud en la marcha, pérdida de peso, falta de energía y baja actividad física. Estas características son indicativas de una pérdida generalizada de la funcionalidad física y un incremento en la vulnerabilidad a eventos adversos como caídas, hospitalizaciones y complicaciones graves.
Por otro lado, el fenotipo multidominio se basa en la acumulación de déficits de salud, donde el riesgo de fragilidad aumenta a medida que se suman más déficits. Este enfoque considera no solo los aspectos físicos, sino también las dimensiones emocionales, psicológicas y sociales del bienestar del adulto mayor. La fragilidad es una condición que suele pasar desapercibida y no siempre es reconocida adecuadamente por el personal de salud, lo que puede impactar negativamente el pronóstico y la calidad de vida del paciente.
Impacto y Consecuencias de la Fragilidad
El síndrome de fragilidad es común en la población de adultos mayores y está asociado con múltiples complicaciones que incluyen un mayor riesgo de caídas, fracturas, discapacidad y mortalidad. Además, la fragilidad eleva los costos de atención médica debido a la necesidad de tratamientos y cuidados más intensivos. El impacto social y familiar también es considerable, ya que la pérdida de independencia y funcionalidad puede afectar profundamente la calidad de vida y las dinámicas familiares.
Para abordar esta condición, es fundamental contar con información precisa y actualizada que permita una identificación temprana y un diagnóstico adecuado. Esto facilita la implementación de un tratamiento individualizado y oportuno que puede ayudar a mejorar la funcionalidad y la calidad de vida del paciente.
Factores de Riesgo
Los factores que contribuyen al riesgo de fragilidad en adultos mayores incluyen:
- Edad Avanzada: El envejecimiento natural está asociado con una pérdida progresiva de masa muscular y funcionalidad.
- Sexo Femenino: Las mujeres tienen una mayor prevalencia de fragilidad en comparación con los hombres, en parte debido a la pérdida ósea y muscular asociada con la menopausia.
- Baja Escolaridad e Ingresos Familiares: Estos factores socioeconómicos pueden limitar el acceso a cuidados de salud adecuados y recursos para un estilo de vida saludable.
- Enfermedades Crónicas: Condiciones como enfermedad coronaria, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), diabetes mellitus e hipertensión arterial contribuyen a la fragilidad al afectar diversos sistemas del cuerpo y aumentar el riesgo de complicaciones.
Evaluación Integral de la Fragilidad
La evaluación de pacientes frágiles debe ser multidimensional e interdisciplinaria. Se deben considerar aspectos físicos, emocionales, psicológicos, sociales y las redes de apoyo disponibles. En México, el diagnóstico de fragilidad se basa en tres criterios principales:
- Pérdida de Peso: Una pérdida de al menos un 5% del peso corporal en los últimos tres años.
- Incapacidad para Levantarse de una Silla: La dificultad para levantarse de una silla sin usar los brazos.
- Falta de Energía: Respuesta negativa a la pregunta sobre si el individuo se siente lleno de energía.
Un adulto mayor se clasifica como frágil si cumple con dos o tres de estos criterios, como prefrágil si cumple con uno y como robusto si no cumple con ninguno. Este enfoque diagnóstico ha demostrado ser efectivo para predecir caídas, fracturas, discapacidad y mortalidad.
Estrategias de Manejo
El manejo de la fragilidad incluye varias estrategias para mejorar la funcionalidad y la calidad de vida del paciente:
- Ejercicio de Resistencia: Los ejercicios de resistencia son fundamentales para tratar la debilidad muscular, mantener la independencia y prevenir o revertir la fragilidad. Este tipo de ejercicio mejora la función cardiorrespiratoria, la movilidad, la fuerza, la flexibilidad, el equilibrio y la función cognitiva. Además, ayuda a reducir la depresión y el riesgo de caídas. Se recomienda realizar ejercicios de resistencia al menos tres veces por semana en adultos mayores pre-frágiles.
- Tratamiento Psicológico: La intervención psicológica es efectiva para los pacientes que experimentan depresión, ayudando a mejorar la funcionalidad y la calidad de vida. El apoyo psicológico también puede reducir los costos y la carga asistencial al abordar aspectos emocionales y mentales relacionados con la fragilidad.
Conclusión
La fragilidad en adultos mayores es una condición compleja que requiere una evaluación integral y un manejo multidisciplinario para optimizar la funcionalidad y la calidad de vida. Las estrategias preventivas y terapéuticas, que incluyen modificaciones en el estilo de vida, ejercicio regular y apoyo psicológico, juegan un papel crucial en la reducción del riesgo de caídas y otras complicaciones asociadas con la fragilidad.
Equipo Kuidales,
Basado en: https://www.mhasweb.org/images/MHASFactSheet_Frailty_SPANISH.pdf